LA IDENTIDAD QUE NOS CREEMOS
Una persona me contó que fue a ver a un médico para que la ayudara a adelgazar. El médico le preguntó: – ¿Estás dispuesta a salir a caminar 40 minutos por día? Ella contestó: – Sí. Y él le dijo: -Entonces ahora eres atleta. Esta declaración la sorprendió primero y la hizo reír después. Le parecía demasiado llamarse atleta por salir a caminar. Entonces el médico le explico: – No serás una atleta olímpica, pero sí una atleta. ¿Qué prefieres? Levantarte a la mañana y decirte a ti misma que eres gorda o decirte a que eres atleta? De eso se trata la identidad.
Cada uno de nosotros tiene una identidad que tiene que ver con quién se cree ser, o mejor dicho con quien cree estar siendo. Es la historia de nosotros mismos que nos contamos cada día de acuerdo a lo que nos pasó en el pasado. Cuando algo nos sucede en el presente, vamos al pasado y le preguntamos ¿Cómo resuelvo esto de acuerdo a lo que sé de mi? E inevitablemente al obtener la misma respuesta, repetimos el pasado. Y allí no hay posibilidades de cambio o de mejora.
Harv Ecker dijo: Si la historia de tu vida no te gusta, cuéntate otra. La primera vez que leí esta frase me parecía equivocada hasta que comprendí que en cada instante de nuestra vida estamos trayendo a nuestro presente nuestra identidad llena de pasado, porque en definitiva es la historia que nos contamos.
Teniendo en cuenta que percibimos el 3% de lo que está sucediendo en la realidad, y de ese 3% que percibimos, el 60% de lo recordamos de tal hecho o situación no concuerda con lo que percibimos en aquel momento. Entonces podemos decir tranquilamente que nos estamos contando una historia que se acerca poco a la realidad y bien valdría cualquier otra historia que elijamos. Está claro que no es lo que sentimos al momento de mirar hacia atrás y ver la historia de nuestra vida y ese sentir merece todo nuestro respeto, pero con abrir otra posibilidad no perdemos nada.
Cuando empezamos un proceso de Coaching hacemos hincapié en la identidad que estamos teniendo en este momento y la identidad que queremos lograr en el futuro haciendo un proceso de transformación, por lo que las preguntas las dirigimos hacia adelante y ya no hacia el pasado. Preguntas como: ¿En quién me quiero convertir? ¿Qué siente un persona que ha alcanzado mi sueño? ¿Qué pequeñas actitudes puedo cambiar para convertirme en quien quiero ser? ¿Cuál será mi nueva identidad siendo como quiero ser y sintiéndome como me quiero sentir?
Nos vendemos una identidad actual, basada en el pasado pero sobre todo la compramos. Lo ideal es vendernos una identidad diferente para construir un futuro diferente y lograr comprarla también.
¿Qué implica la identidad?
Es cómo nos vemos, nos evaluamos y nos determinamos en cada aspecto de nuestra vida. Si bien los demás también influyen en nuestra identidad, tiene que ver más que nada con la imagen que nosotros tenemos de nosotros mismos.
Veamos otro ejemplo: Si yo me considero insegura, acepto esta declaración que hago sobre mí misma y por lo tanto actúo como si lo fuera. Esto hace que confirme mi inseguridad, y entonces, no sólo actúo, sino que también me siento insegura. Al sentirme insegura, actúo nuevamente en coherencia con mi identidad, es decir de manera insegura y lo vuelvo a confirmar. Por lo tanto de nuevo pienso que soy insegura. Y así sigo atrapada en este círculo vicioso.
Como expresa Mark Manson “Evitas comentarle a tu esposo que quisieras más aventura en el dormitorio porque esa conversación cuestionaría tu identidad de mujer buena y moral. Evitas decirle a tu amigo que ya no deseas volver a verlo porque terminar esa amistad pondría en conflicto tu identidad como persona agradable y que sabe perdonar.”
Cómo salir de la identidad que nos tiene atrapados
¿Qué pasaría si empezara a decirme que soy una persona segura? Es probable que al principio no lo crea y no lo sienta así, pero puedo empezar a actuar como si lo fuera. Esta simple acción diferente abrirá una nueva posibilidad en mi vida. La acción genera ser. Si soy constante en esta nueva actitud, existe la posibilidad que empiece a sentirme un poco más segura y que en algún momento empiece a creerlo.
Pensamos, sentimos y hacemos de la manera en la que creemos lo que creemos. El hecho de cambiar alguno de los ingredientes de este proceso, hará que las otras partes empiecen a ablandarse también.
Por eso es esencial preguntarse ¿En quién me quiero convertir? ¿Cuál quiero que sea mi nueva identidad?
Eso implica que revisemos cómo queremos pensar, cómo nos queremos sentir y cómo vamos a actuar.
Abrir esta pregunta nos permite pensarnos de manera diferente, nos permite imaginarnos un yo diferente al que estamos siendo en este momento. En el ejemplo anterior sería un yo segura de sí misma.
Las preguntas como herramienta para una nueva identidad
¿Y si empiezo a pensar, a sentirme y a actuar como una persona segura, en quién me convertiría? Hay que animarse a hacernos estas preguntas. Hay que tener coraje para darle la bienvenida a ese nuevo yo, a esa nueva identidad.
La pregunta que surge luego es ¿Cuáles son las ventajas de quedarme siendo quien soy? Esta es una pregunta incómoda, porque es probable que nos sintamos tentados a ponernos a la defensiva: ¿Ventajas, qué ventajas? Si me estoy sintiendo mal así como me veo a mí misma!
Pero si indagamos un poco, nos damos cuenta que en este terreno conocido de ser insegura, o también llamada zona de confort, hay una parte de mí que se niega a salir de allí. Las ventajas pueden ser: tener más tiempo para afrontar lo que no quiero afrontar, encontrar más excusas para no hacerme cargo de lo que me tengo que hacer cargo, más posibilidades de hacerme la víctima y que alguien se apiade de mí y al menos me preste atención. Sé que puede parecer cruel este tipo de observación, pero cambiar implica también que nos miremos de otra manera para encontrar la salida.
Anímate a mirarte con otros ojos. Con nuevos ojos, focalizándote en lo que te gusta de tu identidad actual y observando lo que te gustaría cambiar. Empieza a sentirte atleta, artista, emprendedor, en paz, abundante o lo que sea en lo que te quieras convertir. Eso hará que tengas pensamientos acordes a esta nueva identidad y de a poco irá apareciendo y afianzándose.
Una buena herramienta son las afirmaciones, en donde nos decimos ser quienes aun no creemos ser. Las afirmaciones nos ayudan a ablandar los cayos de las antiguas identidades.
No te creas todo lo que te estás diciendo y empieza a crearte identidades que coincidan con tu objetivo. Abre ese espacio y comienza a vivirlo ya mismo!